16 de agosto de 2011

El vagón número 10


Después de pasar las 24 horas metida en un vagón de tren, en condiciones inhumanas, ahora me voy a desahogar.
Todo empezó la mañana que fuimos a comprar el ticket de tren y el chico me dice: “ sólo queda asiento duro para este día”.
Yo: “pero si son 24 horas de tren!!!! Prueba para el día siguiente”
Taquillero: “nada”
Yo: “pues el siguiente”
Taquillero : “nada de nada, solo asiento duro”
Yo, mirando al Gerard con cara de “y ahora que”: “ madre míaaaaa, pues nada dame asiento duro, yo que sé…”
Con los tickets en la mano  y queriendo ser optimistas pensamos, bueno a ver, no  puede ser tan malo. Esta gente tiene unos metros nuevos mejores que cualquier europeo, están construyendo ciudades futuristas en un chasquido de dedos, tampoco pueden ser tan malos los trenes… no?
Para los que tenga pensado venir a China en Agosto, aviso que es imposible encontrar tickets de tren. Ya que todos los chinos están de vacaciones (y como muy bien sabemos, son 1 bilión de personas). Entonces las agencias de viajes, que ven el negocio, compran todos los asientos buenos y los vagones dormitorio. Así pueden venderlos por el doble de precio o más en estas épocas. Yo, no se  si lo he entendido bien, pero yo creía que China era comunista y yo esto lo veo bastante capitalista, no se yo como les dejan hacer esto, pero bueno no digo nada más que aún me censuraran este blog también.
Pues, llegó el día de coger el tren y allí estábamos en Gerard y yo una hora y media antes en la estación de trenes para poder acceder a la estación y encontrar la puerta de embarque, que no es tarea fácil en China.
A medida que pasaba el tiempo empezaron a llegar chinos y mas chinos y todos se apelotonaban en las puertas. En Gerard y yo pensábamos, pero si vamos todos con asientos numerados que prisa tienen… pero, bueno como son unos ansias… los dejamos.
Al fin, abren las puertas, y me rió yo del inicio de rebajas del corte ingles. Todos los chinos esprintando a máxima potencia por los pasillos. Hasta que llegas a un punto que se separan, la gente con billete para los vagones dormitorio o los que no. Justo en eso momento, ya nos olimos la tragedia. Para nuestro lado, los vagones de asiento, todos los pueblerinos con cajas y sacos con cosas, pasándoselos por las ventanas. Todos intentándose colar para entrar en el vagón, cosa que provocó un colapso brutal. Al final, a empujones (pero empujones serios, eh) conseguimos entrar al vagón y yo no podía creer todo lo que había metido en vagón. Además, por supuesto, éramos los únicos occidentales en la inmensidad de China. La gente, nos miraba como, y estos dos? Pero que hacen aquí? y la verdad eso mismo nos preguntábamos nosotros.


Entrar al tren fue una experiencia religiosa (como diría Enriquito). Finalmente,  cuando conseguimos llegar a nuestro asiento, ya había dos chinos con la paradita montada, sabes. Pero que morro tienen estos chinos!! Les decimos que es nuestro asiento, su primer intento fue hacerse los suecos, en plan “no english”. Pero antes de que abrieran la boca, les saque los tickets y con un sutil movimiento de mano, de ya te estas largando o te la lío… Rápidamente corrieron a ver si conseguían otro asiento libre.
Porque lo que no sabíamos era que aparte de la gente que tiene asiento (repito, duro) también hay la gente que paga por estar de pie. Repito!! Guilin – Chengdu son 24 horas, de pie!! Puetao que eres un puteao!! Así que mucho, por que aunque parezca mentira había muchísima gente con el ticket de ir de pie, lo que hacen es buscar suerte y a ver si encuentran un asiento libre que no se haya vendido. Claro, como son los chinos, son capaces de matarse por ese asiento, hasta peleas vimos por un asiento…


Todo esto y aún no había arrancado el tren..ufff
Arranca el tren petado, no! Petadísimo! Y como ya sabe todo el mundo, nosotros somos gente de clase B. Así que nos tocó compartir el asiento (duro como una piedra) con una pareja de pueblo, que yo no tengo nada contra la gente de pueblo. Pero estos eran de pueblo de la montaña de china más perdida y aislada, es decir, unos guarros del copón.
La “dulce” parejita también viajaban con su hijo pequeño. Efectivamente, si los padres son unos guarros que esperáis del niño. Para que os hagáis una idea, voy a dar un dato que os podrá en situación. Aquí los niños no llevan pañales, así que pueden ir sin pantalones o con unos pantalones con un agujero en el culo. De tal manera, que todo sale más natural, podríamos decir. Pues evidentemente, el niño acabo por mearse (dos veces) y que hizo el padre??? Pues el padre, puso al niño dirección hacia arriba como de un porrón o fuente, se tratase, para hacer un efecto fuente romana dirección al pasillo. Así todos los que estaban  en la parte del pasillo, tuvieron que hacer un zigzag evitando la natural evacuación. Mientras el padre espetaba una sonora carcajada, como si el niño hubiera hecho una gracia. Imaginaros, en Gerard y yo con la boca abierta y las manos en la cabeza… pero al padre le dio absolutamente igual. Asqueroso!! Y por supuesto, NO, no lo limpiaron.
Minutos más tarde el pipi del niño corría por todo el vagón a sus anchas, que delicia estos niños chinos. Para finalizar la anécdota daré otro dato, a todo esto en Gerard con chanclas, eh. Se estuvo cagando en los chinos las 17 horas restantes..jajajaj, eso tuvo gracia, ves.
A partir de ese momento recé todo lo que me sabía par que el niño no tuviera que hacer cosas mayores, si no si que se lía parda, en el vagón numero 10.
Al meado hay que sumarle que todo lo que un chino no tira por la ventana, lo tira al suelo. Así al paso de las horas, se hizo un mix de noddles, sepis, patas de pollo, pipas, leche botellas, plásticos y todo lo imaginable.



Para no herir la sensibilidad de los lectores no pondremos fotos del baño, que os podréis imaginar como estaba el baño después de 24 horas.
Al fin, consigues quedarte dormido, no sabes como, pero lo consigues y cuando te levantas a las 6 de la mañana todo sigue igual, los malditos chinos siguen ahí, mirándote, de pie. A lo que hay que sumarle el dolor de piernas, de cuello, de culo, de espalda… y los pies como globos. Y piensas, aún me quedan 7 horas, podré aguantarlo??


Lo admito, ahí me derrumbe, quería matar y morir… quería decirle al revisor: “vale, ya ha estado bien la broma, ahora llévame a un vagón dormitorio, venga”. Pero no, la única esperanza era que el tren parara y bajara la gente. Pero sorprendentemente para nuestra sorpresa y desesperación, cuando paraba y vagaban 50, subía 100 y todos al maldito vagón numero 10.

para comer, para cenar y desayunar.. eggs!!
Pues así pasamos las 24 horas más largas de mi vida. Sentados en un sillón durísimo, compartido con la parejita feliz y 100000000 millones de chinos de pie, esperando a que te fueras para pillarte el sitio. Entre basura y por supuesto, sin aire acondicionado, que en agosto en China no hace calor, nooooooooo.


Porque chicos, cuando eres pobre en China, olvídate de caminar por el pasillo para estirar las piernas (los chinos lo colapsan todo), o la otra alternativa que era irnos al vagón restaurante y emborracharnos. Porque, señores, los pobres solo pueden acceder al vagón de 7 a 8. Mientras que los ricos de 8 a 11. Olvídate de comunicarte con nadie, NO ENGLISH, ni nada que se le parezca. Además súmale que tu, el guiri, eres el entretenimiento del vagón, te mueves, pues ellos te miran y te sigues a ver donde vas y que haces. Juegas a cartas, y ves las cabecitas asomararse a ver que haces y a que juegas, pero cuando te despistas y vuelves a mirar, hay 20 chinos rodeándote siguiendo la partida, aunque no tenían ni idea de que jugábamos porque era una baraja española. En Gerard y yo nos reímos y pensamos hasta cobrar el show.


Resumiendo, si alguna vez alguna persona os ofrece viajar en un asiento duro en China, bajo ninguna circunstancia, ninguna!!! lo hagáis.

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