Aterrizamos a Hong Kong el pasado 20 de julio. Dejando atrás la pobre y rural Camboya, para aterrizar de golpe en el futuro.
Hacía ya dos meses que viajábamos por el suroeste asiático y aunque ciudades como Kuala Lumpur o Bangkok pueden acercarse a la imagen del mundo occidental (aunque bueno, aún les queda). No se pueden ni comprar con la futurista Hong Kong.
Tuvimos la suerte de llegar de noche y disfrutar de las increíbles vistas de Hong Kong des de el aire. Nos quedamos los dos con la boca abierta antes la magnitud y la luz que desprende la ciudad, iluminando todo el cielo. Siguiendo el caudal de sus carreteras, que parecían ríos de luz, el frenético movimiento y sus imponentes rascacielos.
Nada más llegara a Kong Kong tienes la sensación de llegar a casa. Los autobuses tiene horarios, la gente no te espera en la puerta del aeropuerto para venderte de todo, hablan inglés y sonríen, y lo más importante todo esta limpio a tu alredor. Sonará extraño pero aunque el encanto de Asia es básicamente su desorden, su agitada y loca vida. Reconozco que necesitaba volver a no preocuparme por todo, si te timan o no, si esta limpio, si hay autobuses, si salen a la hora…
Teníamos tres días por delante antes de entrar a China, así que nos lo tomamos con calma.
Hong Kong esta separado por la península adjunta a China y la Isla de Hong Kong. El transporte público es inmejorable, teniendo en cuenta que están rodeados de agua (me río yo del sistema de Auckland, que es terrorífico), puedes llegar donde quieras rápido y relativamente barato.
Hong Kong es una ciudad-estado que pertenece a China (una cosa muy rara y difícil de explicar), es muy pequeño, la ciudad se extiende hacia el cielo por su escaso terreno. Aunque a mi las grandes ciudades con rascacielos, me dicen más bien poco. Hay que decir que Hong Kong impresiona visto des de el mirador sitiado en Victoria Peak. Se accede al mirador através de un tranvía, nosotros para no arruinarnos, decidimos subir en tranvía, intentar colarnos en el mirador y bajar caminado. Aunque el resultado final fue, subir en tranvía, no poder colarnos así que tuvimos que buscar un mirador por nuestra cuenta, y la verdad que justo en el centro comercial de al lado hay un mirador con las mismas vistas, para futuros viajeros, no paguéis el mirador, y por supuesto bajamos caminado, y evidentemente al día siguiente teníamos un dolor de gemelos increíble, pero la pela es la pela, sabéis.
Bajar a pie, nos dio la oportunidad de visitar el SOHO (la zona más cool de la ciudad) y subir a las escaleras eléctricas más larga del mundo (una frikada, vamos).
Por la noche, fuimos a ver la famosísima “sinfonia de luces”, que es una espectáculo coreografiado de luces procedentes de los edificios más altos con música. Pero vamos, tengo que decir que los fuegos artificiales de las fiestas de Girona, son más espectaculares, lo siento.
La sinfonía, se ve des de la Avenida de las estrellas, que esto es otra frikada, intenta imitar a la avenida de las estrellas de Hollywood, pero claro, estamos hablando de HK, nosotros sólo conocíamos a Bruce Lee y Jackie Jan, aunque había chinos allí flipando con estrellas con nombres rarísimos.
Lo peor de Hong Kong, es el alojamiento (corrección, alojamiento de bajo coste). La realidad, es que Hong Kong tiene un problema de espacio, muy grave. La ciudad tiene fama de tener los pisos más pequeños del mundo y aquí en Gerard y yo, damos fe de ello. Menos la ultima noche, estuvimos durmiendo en habitaciones (por llamarlos algo) no aptas para claustrofóbicos. Eso si, todas las habitaciones tenían aire acondicionado.
Hong Kong, es una ciudad que mezcla casi a la perfección lo asiático con la occidental para mi gusto. La frenética vida de los asiáticos con la coherencia de los occidentales.
Yo me enamorado de Hong Kong, una ciudad moderna, donde justo detrás de la calle de con las tiendas más caras del mundo, tienes un mercado de lo que quieras y un puesto de noodles por un euro.
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Porque nos hacen esto!!!! y nosotros sin un duro…
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