15 de julio de 2011

Luang Prabang

Luang Prabang es el primer destino de los muchos turistas que como nosotros Cruzan la frontera del norte de Laos. Es una ciudad relativamente pequeña, aunque esta considerada la tercera ciudad más grande de Laos.



Nada más llegar por supuesto cientos de “tuk-tukeros”, gente representando hoteles y demás estaban allí a la caza del turista. A veces, me siento como si fuera un billete de un dollar con patas. Y piensas, aunque cambies de país, hay cosas que no cambian, no?



Toda un sorpresa fue encontrarme al final de las escaleras que unían el muelle y el pequeño pueblecito de estilo francés que aparecía ante mí, allí mismo, en medio del Mekong. Luang Prabang fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1995 gracias a la conservación de una mezcla tradicional laosiana, y de la arquitectura colonial francesa y ha sido cinco veces elegida, la mejor ciudad para el viajero. Así que la cosa prometía.




No es de extrañar entonces, que en sus calles te encuentres creperías móviles, panaderías (con esas baguettes hechas en horno de leña..ayyy… solo nos faltaba el embutido). Todo un gustazo, después de tanto Noddle, Pah Thai y arroz frito.



Luang Prabang es de esos sitios que tienen encanto, donde la gente camina, no corre; habla, no grita; sonríe, es un lugar donde fácilmente te sientes a gusto. Una ciudad tranquila, pocos coches, pocas motos y muchas bicicletas (como a mi me gusta!).

Sticky rice.







Todo va más lento (aun si cabe) en Laos, y uno se acostumbra rápido. Aunque tenemos pocos días para descubrir el país, nos dejamos llevar por el “Ban pen nyang¨, es decir, su particular, No Problem.

Los laosianos son grandes trabajadores...
Así que como nos ha caído el diluvio universal estos días, hemos decido, relajarnos (que ya nos hacia falta, después de tanto autobús y barquito) y hacer un poco el Lao.






Los días pasan en este pueblecito al ritmo de las pedaladas de nuestras bicicletas, paradas furtivas (para resguardarnos de la lluvia) a tomarnos una BeerLao, que para mi es la mejor cerveza del suroeste asiático, visitar sus templos y por supuesto, visitar el Tribal Market, porque una ciudad sin mercadillo, esto no podría ser Asia.








Es en la ciudad es conocida, por su misticismo. La llaman “la ciudad de los mil templos”, aunque hay que decir que estos Laos parecen andaluces, porque en realidad sólo hay 50. Luang Prabang cuenta con 1200 monjes. Donde es un gustazo pasearse por la tarde, hacia las 6, y quedarse hipnotizada por los cánticos de los monjes. Aunque lo que realmente ha hecho famosa esta ciudad es la llamada ceremonia "Binthabat" o "la recolecta de almas". Se trata, de que cada mañana hacia las 6 se pueda ver a los monjes desfilar por las calles de la ciudad en silencio. Solo con sus túnicas naranja chillón y sus cuencos, salen descalzos en busca de arroz, frutas o otros alimentos que los fieles laosianos les ofrece. Impresiona, el silencio que se crea y lo puro que se siente.


La comida que reciben durante la recaptación, será su desayuno. Los monjes solo comen dos veces por las mañanas, después de mediodía tienen solo permitido beber agua.





Si se visita Luang Prabang es de visita obligada visitar algunas de sus cascadas. Se pueden acceder a ellas en bicicleta o en tuk-tuk. Nosotros elegimos tuk tuk, más que nada porque por cuestión de tiempo. Pero, error!! Contratamos entre 5 un tuk-tuk para que nos llevara a las cascadas más famosas y según dicen las más bonitas. Pero el señor tuk-tuk decidió llevarnos a otras. A mi me sonó raro, porque nos hacia coger un barquito para llegar. Cuando sabíamos por otra gente que se podía acceder con la bicicleta. No fue hasta que nos vimos en la entrada para comprar el ticket, que confirmamos que esas no era las cascadas. Menudo cabreo me pillé!!!! Pero claro, allí nos teníamos que quedar tres horas hasta que volviera el de la barca a buscarnos. Que por cierto, la barca era para verla, era diminuta, cada vez que hacías un mínimo movimiento (por ejemplo, respirar), se desequilibrar y parecía que volcabas…





En fin, después de mis 10 min de cabreo máximo, respiré y pensé: “Cristina, venga pégate un bañito porque esta diluviando y al final vas acabar cabreada y mojada”. Asi que, para allí que nos fuimos (ante la mirada atónita de las inglesas), a la que se suponía que era la zona de baño. No es que desconfíe de lo que dice un Lao, noooo… pero aquello debía ser la zona de baño en temporada seca, porque en pleno monzón , era más bien, agarrate donde puedes que si te despistas te vas cascadas abajo… no digo más.

Hay que reconocer que al final estuvo bien y todo, mientras en Gerard se tiraba de la cascada, yo que soy menos extreme, me hacia masajitos en el cuello con las cascada más pequeñas… muy relajada salí de allí. Aunque ni aún así el tuk tukero se libró de la bronca. Entre las dos inglesas y yo le rayemos tanto que al final nos hizo un descuento y todos contentos para casa.


Por fin, salió el sol en Luang Prabang, pero que lástima que fuera nuestro último día...


1 comentario:

  1. Que linda se ve tu experiencia !!!
    Yo estoy haciendo un trabajo para la facu sobre este lugar :)

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